domingo, 20 de febrero de 2011

La guerra por ser yo



"En la cárcel se rompe la odiosa dicotomía entre lo público y lo privado. Se rompe con la odiosa estructuración social del aislamiento. Por ello, es el único lugar donde es posible la amistad. Una amistad que dura lo que dura el tiempo de prisión. [...] Se ve que la cárcel es el útero materno y, fuera de él, el yo se fortalece; y empieza, por lo tanto, la guerra más inútil y más sangrienta: la guerra por ser yo, para lo que haría falta que el otro no existiera. Esto es lo que origina el intercambio de humillaciones que, más que el intercambio mercantil, es lo que estructura la sociedad actual."

¡JA(SP), JA(SPP)!

Canta, ¡oh musa Clío!, cómo nos cambia la historia en quince años:




Joven, Aunque Sobradamente Pre-Parado.

viernes, 18 de febrero de 2011

... ni el apuntador

Nietzsche mató a Dios; Foucault se cargó al hombre; Kojève -antes que Fukuyama- se merendó la historia. Y qué decir de los deconstructivos... ninguna institución, ninguna autoridad, ninguna de nuestras certezas se libró de su competencia asesina. Hastiado de su condición contemplativa, el filósofo moderno se ha agenciado un carnicero pluriempleo: fiscal y juez, verdugo y sepulturero, ha hecho del mundo un inmenso y lucrativo cementerio en el que no se salva ni el proverbial apuntador.

Hikikomori

Viajes de bajo coste, libertades, Red virtual, prosperidad... la globalización. El mundo nunca estuvo tan al alcance de la mano. Y, sin embargo, he aquí a los hikikomori. Ventanas condenadas hacia fuera, puertas cegadas hacia dentro, confirman la intuición de Poe: es fácil ignorar lo que tenemos demasiado cerca. Olvidan que la imaginación precisa el deseo y la distancia. Son los pioneros en monotonizar nuestra renuncia intermitente a lo posible: la faz del hombre nuevo que, atónita, anticipa nuestra resignación a ser ya para siempre sidos.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Comprometidos

[Recomiendo ver la película enlazada aquí antes de leer el texto. Incluso si no hay intención de leer el texto.]

No suelo ver películas ya comenzadas: no quiero renunciar a los principios.

En aquella, los protagonistas eran Will Smith y Stockard Channing, a quienes yo asociaba respectivamente a la teleserie El príncipe de Bel Air y al largometraje Grease (unas credenciales poco prometedoras). El personaje que interpretaba Will Smith peroraba sobre la incomunicación y la violencia implícitas en El guardián entre el centeno, sobre el poder de la imaginación. Sus tres oyentes lo escuchaban, embelesados. Renunciando a mis principios, la vi hasta el final: de eso hace ya bastantes años.

Hace unos días, releyendo la novela de Salinger, recordé la película y me apeteció verla de nuevo. Pese a sus irregularidades, Seis grados de separación es una obra conmovedora y ejemplar. Son muchos los temas que aborda: la incomunicación entre padres e hijos, la falla entre clases sociales, los declives de la identidad, la necesidad de un hogar. Pero no pretendo urdir una crítica exhaustiva, sino una meditación (una invitación).

A lo largo de la película, Paul seduce a varios matrimonios pertenecientes a la alta burguesía neoyorkina, a dos jovencitos bohemios, a un brillante licenciado en Harvard. No es sólo su atractivo físico ni su aguda inteligencia, ni siquiera su talento para descubrir el punto débil, los deseos del otro (el arte del amor y de la guerra); Paul irradia carisma: posee el don -improbable- de generar ilusiones ("Tan henchido de vida / que fortalecerá la vida con solo existir", dos versos de Ben Jonson que bien podrían ilustrarlo).

Es carismático aquel cuya irradiación hace germinar -con entusiasmo- ese yo embrionario que podemos ser (y que tememos no llegar a ser). Es carismático quien se conforma en un modelo ejemplar para nosotros; no necesariamente para imitarlo en sus maneras: sí para querernos herederos de su gracia. Es carismático quien nos inspira; o acaso aquel a quien nosotros inspiramos, aquel a quien querríamos pedir (se lo pedimos siempre de corazón y con el pensamiento): hazte mi inspiración, conviértete en mi aire. El carismático, como el rilkeano torso de Apolo arcaico, nos susurra: "Debes cambiar tu vida".

Cuando el matrimonio Flanders pregunta a Elisabeth por qué su novio y ella se dejaron conquistar, ella contesta: "Nos descubrió un mundo nuevo. Eso es lo que todo el mundo quiere, ¿no?". El método de Paul: la palabra, esa arma de seducción masiva. Paul habla, fabula, inventa un mundo para sus oyentes: así es como los inspira. (Debo parafrasearme) Es una figura cordialmente movilizadora pues consigue persuadir a sus oyentes -sometidos a la inercia de la identidad y a la pereza de su imaginación- de que, durante el tiempo que dura su discurso, esas insuficiencias han podido ser si no burladas, sí cuestionadas. Acaso trascendidas.

"La imaginación", sostiene Paul, "es el pasaporte de toda creación para transportarnos al mundo real. Otra manera de denominar aquello que nos pertenece más íntimamente." Para acceder a ello, es preciso quebrar la identidad en que nos hemos petrificado. En la película, la seguridad muelle del orden frente a la angustia salvífica del caos están representadas en el lienzo doble de Kandinsky. Paul viene a quebrar la ordenada inercia de Flan y Ouisa, ejerciendo sobre ellos una violencia caótica tan amenazadora como fértil (desórdenes que ordenan). Sin embargo, no se trata de elegir una de esas dos facetas (no se puede: se precisan). Paul también desea un orden, una norma, una ley. "Él quería ser nosotros", dice Ouisa. El inspirador también desea ser inspirado. Necesita al seducido, su predisposición a convertirse en hogar (hazme tu inspiración. Conviérteme en tu aire). "El Kandinsky está pintado por ambos lados": son sus últimas palabras.

Y sin embargo... El hogar es esa encrucijada donde las exiliadas líneas paralelas no se encuentran. Si para Paul la palabra y el ejemplo fundan el territorio de la promesa, Flan los convierte en pasto para la anécdota. Su imaginación no responde al torso de Apolo; es como la estatua del husky en Central Park: un salvavidas petrificado. Ouisa, en cambio, se redime al comprometerse; al mantenerse fiel a su inspiración, aunque el inspirador haya desaparecido (nadie desaparece mientras el corazón recuerda. Y recordar proviene de recordis, pasar de nuevo por el corazón). "Nosotros lo convertimos en una anécdota", se lamenta. "Pero fue una experiencia. Yo no voy a convertirlo en una anécdota. ¿Cómo podemos evitar que eso nos ocurra? ¿Cómo podemos acoplarlo a nuestras vidas sin convertirlo en una anécdota? ¿Cómo conservar la experiencia?". Para Alessandro Baricco: La experiencia es un paso fuerte de la vida cotidiana: un lugar donde la percepción de lo real cuaja en piedra miliar, en recuerdo y en relato. Es el momento en que el ser humano toma posesión de su reino. Por un momento es dueño y no siervo. Adquirir experiencia de algo significa salvarse. No está dicho que siempre sea posible.

"¿Crees que podrías responder por la mayor parte de tu vida?". Al convertir nuestra existencia en una anécdota o en una historia (inspiradora e inspirada) nos hacemos responsables de nuestra autobiografía, merecedores de nuestro relato. De nuestra condena o de nuestra salvación.

***

Hace años, recién inaugurado el tercer milenio, le contaba a una amiga -seduciéndola o acaso codiciando su mirada seducida ("Alguien me sigue mirando. Aún se preocupa por mí. Eso es lo que me parece tan maravilloso. Ojos en mis ojos.")- cómo las utopías han sido sustituidas por los propósitos de fin de año. No los ridiculizo: hay algo admirable en estos humildes compromisos: no fumar, ponerse a dieta, aprender inglés, hacer deporte... Desechadas las esperanzas en un más allá redentor, en la revolución mesiánica, sólo nos queda la autotrascendencia: la conquista de ese yo mejor que nos hemos prometido ser. Pero no es algo que podamos hacer solos. Necesitamos a los otros y los otros nos precisan. Su aliento, nuestro aliento; su ejemplo y nuestro ejemplo. Una ejemplaridad que nos convence de que "cada ser humano es una nueva puerta abriéndose a otros mundos". También nosotros mismos. Hacernos entre todos responsables del legado -mantener abierto el ámbito de la promesa- es estar com-prometidos.

***

A veces, mis parejas me preguntaron si tenía miedo al compromiso. Me habría gustado responderles (ya no recuerdo si lo hice de palabra; confío haberles respondido con los hechos) que precisamente temo la convivencia sin promesa (dos promesas que, mutuas, se sostienen: no hay otro compromiso). Me gustaría haberles respondido que el amor, el compromiso, precisan la imaginación, la inspirada profecía autocumplida (sólo quien se hace creíble en lo inverosímil, tangible en lo improbable, puede aspirar a ser amado). Me gustaría que hoy supieran que he sido -he deseado ser- un heredero digno de ese compromiso: pues no hay herencia digna sino aquella que asume una deuda de amor.

martes, 15 de febrero de 2011

Resaca de San Valentín

NOCHE DE RONDA (Luis Alberto de Cuenca)

En otro tiempo hubieras empleado la noche
en hablarle de libros y de viejas películas.
Pero ya eres mayor. Ahora sabes que a ellas
les aburren los tipos llenos de nombres propios,
que tu bachillerato les tiene sin cuidado.
De modo que le dejas tomar la iniciativa,
desconectas y finges que escuchas sus historias,
que invariablemente -recuerdas de otras veces-
versan sobre el amor, los viajes, la dietética,
su familia, el verano, la buena forma física,
el más allá, las drogas y el arte postmodemo.
De cuando en cuando asientes, recorriendo sus ojos
con los tuyos, rozando levemente sus muslos,
y elevas a los cielos una angustiosa súplica
para que aquella farsa termine cuanto antes.
Pasarán, sin embargo, todavía unas horas
hasta que, ebria y afónica, se abandone en tus brazos
y obtengas la victoria pírrica de su cuerpo,
que, pese a los asertos de tres o cuatro amigos,
será muy poca cosa. Y, cuando esté dormida,
saldrás roto a la calle en busca de una taza
de café gigantesca, maldiciendo las copas
que arruinaron tu hígado en la estúpida noche
y pensando que, al cabo, merece más la pena
no comerse una rosca y hablarles de tus libros,
amargarles la vida con Shakespeare y con Griffith.
O buscarse una sorda para que nada falte.

***

WEST 33RD STREET (José María Fonollosa)

La pareja perfecta es uno solo
haciéndose el amor. Ninguna chica
conoce el cuerpo mío cual yo mismo
y, por tanto, es más sabia mi destreza.

Qué suave recorrido placentero
por las zonas sensibles de mi físico.
Qué mano que no es mía ni es ajena
sino que es tacto, roce, soplo angélico.

Qué en su justo momento el adentrarme
en la medida exacta de mis límites.
Anchura o estrechez, cuanto me plazca,
consigo en el instante apetecido.

Qué variación inmensa obtengo estando
conmigo mismo, amando incluso a aquellas
que niéganme el contacto. A todas cuantas
me venga en gana entonces disfrutarlas.

La pareja perfecta es uno a solas
haciéndose el amor. En ambos sexos.
Resulta incomprensible esa obsesión
que nos lleva al amor en compañía.

lunes, 14 de febrero de 2011

Ayer que nunca vuelve:

desvívome buscándote
en todo lo que duele.

(Amor, carnicería
de la que no se aprende.)

Memento

No hay nada más desgarrador, amiga,
que perecer en la distancia helada
donde mirada amada ya no mira.

***

Oh, lento corazón,
no eres feliz y no te lo reprocho.
Te has comprometido
con la inutilidad de las heridas.
No existe para ti
la despedida demasiado larga.

***

Tu recuerdo calando, gota a gota,
la herida hospitalaria donde brota
ese perfume hecho de memoria...

***

Renaceré cuando me encuentre
algo en el mundo
que no se te parezca
y, sin embargo, viva.
Mi corazón entonces latirá
como si al fin hubiera hablado sin oírte.

domingo, 13 de febrero de 2011

Efímero es amar

a quien no ama cuanto amamos,
a aquel que no nos ama cuando amamos.

jueves, 3 de febrero de 2011

Superhombre

Sí: hay días en que me siento un superhombre; pero no nietzscheano: ibérico... o incluso turco.

http://www.youtube.com/watch?v=qw1PFuPHVfI&feature=player_embedded#

http://www.youtube.com/watch?v=5cVM9sADdT0&feature=player_embedded

miércoles, 2 de febrero de 2011

Álgebra literaria (1)


Thomas Bernhard + un curso intensivo de compasión + tres botes de Valium = W.G. Sebald.

martes, 1 de febrero de 2011

Amarte,

crimen sin atenuantes.

Tan cutre y tan clásico

(Irrelevantes) notas mentales: cuando se rodó esto, yo aún no había nacido. Al lado de John Travolta, uno sería hoy un pureta. ¿Cómo podía estar Olivia Newton John tan delgada (y resultar más bien buenorra y no desoladoramente enclenque)? ¿Por qué tengo estas aficiones tan mariquitas?

Todo esto es, a la vez, tan cutre y tan clásico...

http://www.youtube.com/watch?v=FpJUrt0O7uY

http://www.youtube.com/watch?v=zHFbhhi_XVc&feature=related

http://www.youtube.com/watch?v=c48Ol9xkaqM&feature=related